Muy estimado padre Arizmendi, vice gran canciller de la Universidad de Piura, doctor Sergio Balarezo rector de la Universidad de Piura, doctor Mauro Marsili, embajador de Italia en el Perú, doctor Walter Alva, ganador del Premio Esteban Campodónico Figallo por el año 2015, ganadores del premio en años anteriores (doctora Ruth Shady, profesor Jean Louis […]
Por Dirección de Comunicación. 07 septiembre, 2015.Muy estimado padre Arizmendi, vice gran canciller de la Universidad de Piura, doctor Sergio Balarezo rector de la Universidad de Piura, doctor Mauro Marsili, embajador de Italia en el Perú, doctor Walter Alva, ganador del Premio Esteban Campodónico Figallo por el año 2015, ganadores del premio en años anteriores (doctora Ruth Shady, profesor Jean Louis Lebel, voluntarias de Aprendo Contigo, del Hospital Víctor Larco Herrera, representante de Fundación ANAR), y familiares del doctor Esteban Campodónico, aquí con nosotros esta noche.
Estamos ahora en la parte final de la ceremonia de entrega del Premio Esteban Campodónico Figallo 2015.
En esta noche honramos al doctor Walter Alva, distinguido arqueólogo peruano, quien ha dado tanto de sus talentos, de sus actividades profesionales, y de su vida para la sociedad peruana. A través de sus hallazgos e investigaciones, concretadas con el descubrimiento de las tumbas reales de la cultura Moche en 1987, el doctor Alva ha abierto una conexión entre el Perú actual y sus antecedentes culturales, en especial, la civilización Moche.
El trabajo del doctor Alva con el Señor de Sipán ha sido la llave que abrió un cofre de tesoros, una caja fuerte de información, sobre la cultura Moche, y se convirtió así en el pionero que abrió sendas para sucesivos arqueólogos interesados en descubrir nueva información sobre el Perú prehispánico.
Cuando el doctor Alva comenzó sus hallazgos en Sipán en 1987, él tenía 36 años de edad. Sin embargo, estos descubrimientos importantes no fueron el fin de la carrera del doctor Alva. El continuaba y continúa. Entre otras cosas, el doctor Alva ha sido, a su vez, un tenaz enemigo del tráfico de arte precolombino y promotor de la construcción de un museo para los hallazgos de Sipán, una cruzada que culminó con la construcción, en Lambayeque, del Museo Tumbas Reales de Sipán, en el año 2002.
El premio Esteban Campodónico honra a distinguidos peruanos por su actividad profesional sobresaliente, y por sus servicios directos a la sociedad peruana. Este año el doctor Alva está recibiendo el premio Esteban Campodónico nominalmente por sus servicios profesionales. No obstante, yo pienso que el doctor Alva merece el Premio Esteban Campodónico en las dos áreas: por su distinguido servicio profesional como arqueólogo y también por su servicio directo a la sociedad peruana, al haber puesto a peruanos de hoy en contacto con sus antepasados.
No obstante, les aseguro que el año que viene el doctor Alva no va a ganar el premio Campodónico otra vez.
He viajado al Perú por el programa de la premiación Esteban Campodónico ya unos veinte años. Cada año veo más progreso. Cada año aprendo más de la sociedad peruana, de su historia, su gente; y cada año tengo el honor de conocer a los distinguidos peruanos que reciben el Premio Esteban Campodónico. Es muy impresionante saber que en el Perú se fomenta, produce y apoya a tantas buenas y destacadas personas.
Otra cosa que ha crecido tanto es el mismo Premio Campodónico. Hace 80 años el premio era solo una idea y un deseo del doctor Campodónico, quien lo dejó descrito en su testamento. El doctor Campodónico murió en 1938 y, luego de su fallecimiento, el fondo que hoy sustenta el programa de premiación debía apoyar primero a su viuda, Ethel Graff de Campodónico. Unos años después de la muerte de la señora Campodónico, el fondo fue dedicado al programa de premiación, cuya primera convocatoria tuvo lugar en 1995.
En los años siguientes, el fondo del Premio Campodónico ha honrado a 44 premiados y ha otorgado medio millón de dólares a los ganadores.
Sin embargo, el premio empezó como una semilla, que fue sembrada por la generosidad del doctor Campodónico y ahora es un árbol que continúa otorgando premios y, si Dios lo permite, continuará haciéndolo indefinidamente en el futuro.
De la misma forma, el doctor Alva rescató las ruinas de los reyes de Sipan en 1987 y ahora hay el museo Tumbas Reales del Señor de Sipan y muchos arqueólogos han seguido y continúan siguiendo los pasos del doctor Alva. Ahora, como hace tres cuartos de siglo, grandes personas con buen corazón y buenas ideas pueden hacer importantes cosas que influyen positivamente en la sociedad.
Yo dije que el doctor Alva, como arqueólogo destacado, merece el premio Campodónico por sus actividades profesionales y que también merece el Premio Campodónico por sus servicios directos a la sociedad peruana.
En 1938 el Premio Campodónico no existía. Sin embargo, si en ese año 1938 el Premio Campodónico hubiera existido, el doctor Campodónico, así como hoy el doctor Walter Alva, también lo merecía en las dos áreas: por sus servicios profesionales como oftalmólogo eminente y por servicios directos a la sociedad peruana, por su labor filantrópica en vida y por haber establecido el premio Campodónico.
Como representante de la Fundación Clover que ha colaborado con la Universidad de Piura en la administración del programa en estos veintiún años, felicito al doctor Walter Alva, quien es el actual Señor de Sipán, y le agradezco por todo lo que ha hecho y continúa haciendo.
Declaro finalizada la presente convocatoria, y a la vez abro, a partir de hoy, la vigésimo segunda convocatoria de la historia del premio, que coincidirá con los 150 años del nacimiento del doctor Esteban Campodónico Figallo.
Muchas gracias,